Nos queremos vivas
Hablemos de la violencia de género hasta que un día sea sólo parte de la ficción.

Actos violentos en contra de las mujeres han existido siempre, pero con el tiempo se han vuelto más crudos, más crueles, más inmediatos, más cercanos. La pandemia vino a demostrarnos lo que ya sabíamos pero que ahora es más evidente: para demasiadas mujeres y niños, quedarse en casa, lejos de ser seguro, es sinónimo de quedarse encerrados con su abusador. Ya no podemos, aunque a veces tengamos muchas ganas, voltear a otro lado para no ver la realidad que nos duele, nos indigna y nos aterra.
Te quiero viva es un proyecto que nace de la impotencia porque nosotras, como muchas mujeres, quisiéramos poder cuidar a las nuestras y a las otras y a todas. Quisiéramos, aunque sea, poder cuidarnos a nosotras mismas, poder asegurarle a nuestros padres, hermanos, hijos o parejas que volveremos a casa después de la escuela o el trabajo, pero no podemos; salimos a diario y nos despedimos sabiendo que podríamos no volver jamás o, peor aún, volver dentro de una bolsa negra de plástico.
Las autoridades nos han abandonado y la sociedad está inundada de prejuicios e impotencia. ¿Qué nos queda en medio de la tragedia para sobrevivir sino el arte? La literatura nos ha salvado de la realidad ya otras veces, y esta no tiene por qué ser una excepción.
Te quiero viva reune las palabras de mujeres y hombres que reclaman, que lloran, que exigen, que retratan, que denuncian, que develan una realidad tan ineludible como incalculable. Será, más que un libro, un ramillete de historias femeninas dolorosas, tristes, con moretones, sangre, semen, saliva, alaridos, silencios aterrorizados, secretos y mentiras.
Porque todos tenemos una historia que contar, una que necesitamos expulsar porque en el fondo de nuestros más inocentes deseos, quisiéramos que vomitarla sirviera para que no volviera a sucederle a ninguna otra mujer nunca más.